El pasado año concluyó con un nuevo programa estatal de incentivos a la adquisición de vehículos propulsados por energías alternativas: el denominado Plan MOVALT. Impulsado desde el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), entidad pública dependiente del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital, el mismo contaba con una dotación presupuestaria de 20 millones de euros para incentivar la compra, entre otros, de vehículos y motocicletas eléctricos.
El Plan MOVALT se aprobó en noviembre de 2017, entró en vigor un mes después y su presupuesto se agotó en apenas 24 horas. Un éxito que no hace sino confirmar que existe un gran interés en la adquisición de vehículos movidos por energías alternativas. Al respecto, según la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac), son muchas las empresas y usuarios que aguardan la aparición de programas como el MOVALT para decidirse a comprar unos vehículos que, por lo general, suelen tener un precio superior a los propulsados por fuentes energéticas tradicionales como la gasolina o el gasóleo.
Pero, al margen de las ayudas públicas destinadas a fomentar la adquisición de vehículos propulsados por energías alternativas, lo cierto es que, en el caso de los alimentados por electricidad, sus ventas han experimentado un significativo crecimiento en nuestro país.
Así, entre enero y noviembre de 2017 –esto es, justo antes de la entrada en vigor del Plan MOVALT–, en España se vendieron un total de 7.486 automóviles eléctricos, cifra que representaba un incremento del 77,8% respecto al mismo periodo de 2016. En cuanto a las motos eléctricas, desde la Asociación Nacional de Empresas del Sector de Dos Ruedas (Anesdor) anunciaban unas entregas de 850 unidades entre enero y noviembre, volumen que significaba un aumento del 45,5% en relación a idéntico periodo del año anterior.
Y no sólo eso. También ha crecido la oferta de alquiler de coches y motos eléctricos en las grandes ciudades –los conocidos como servicios de “carsharing” y “motosharing”, respectivamente– a través de empresas que contribuyen a animar el mercado, proponen medios de transporte alternativos a los usuarios y ponen su granito de arena para minimizar la emisión de agentes contaminantes a la atmósfera en los entornos urbanos.
Principales ventajas de los vehículos eléctricos
Tanto en el ámbito empresarial como privado, los vehículos eléctricos, poco a poco, van ganando adeptos a pesar de que todavía deben mejorarse aspectos como su precio –si bien el de algunos automóviles y “scooters” ya empieza a equipararse al de los modelos convencionales–, la autonomía –en la mayoría de los casos, limitada a recorridos urbanos–, el número de puntos de recarga en espacios públicos o la oferta de talleres especializados en movilidad eléctrica.
Pero, por el contrario, los vehículos eléctricos ofrecen una serie de ventajas que los convierten en sumamente atractivos para empresas y particulares:
Para empezar, los vehículos eléctricos están exentos de pagar el impuesto de matriculación y se benefician de importantes bonificaciones (descuentos) en el impuesto de tracción mecánica municipal (el popular “numerito”). Y también pueden suponer un ahorro para los empleados y las empresas en materia de IRPF, así como en los impuestos de sociedades y de la renta.
Asimismo, suelen gozar de privilegios como el aparcamiento gratuito o con tarifa reducida en zonas reguladas, el acceso a áreas restringidas por contaminación o de prioridad residencial, el uso de carriles especiales, etc.
Desde una perspectiva empresarial, quienes opten por incorporar vehículos eléctricos a su flota podrán presumir de ser una compañía respetuosa con el medio ambiente, algo cada vez más apreciado por “partners” y usuarios y extensible a pymes, autónomos y particulares.
Además de no emitir agentes nocivos, los vehículos eléctricos tampoco generan contaminación acústica y contribuyen a que los espacios por donde circulan sean más silenciosos –si bien, a partir de 2019, estarán obligados a emitir un ruido identificable por los peatones para evitar atropellos–.
En comparación con los vehículos convencionales, el mantenimiento de los eléctricos es inferior al disponer de menos componentes. Eso sí, como hemos visto anteriormente, su puesta a punto debe realizarse en servicios de posventa oficiales al no existir una gran red de talleres generalistas especializados en movilidad eléctrica.
Al hilo del punto anterior, un menor paso de los vehículos eléctricos por los servicios de posventa se traduce en un mayor ahorro en lo relativo a la puesta a punto, algo que agradecerá la empresa o el particular en el capítulo de gastos.
Por último, y ya que nos referimos al “bolsillo”, el desembolso por “llenar el depósito” es menor en un vehículo eléctrico que en uno de gasolina o gasóleo.